La adolescencia es un periodo de vida que oscila entre la transición de la niñez a la juventud; comprende las edades entre los 12 y 18 años, lapso en el que el ser humano experimenta cambios biológicos, psicológicos y sociales por los cuales atraviesa en un periodo de crisis; es decir, de búsqueda de identidad, debido a que deja de ser niño y empieza a ser adulto.
Durante este periodo de búsqueda es común el desarrollo de conductas asociales como el no querer participar en las actividades y diversiones familiares; parasociales, queriendo mantener una actitud paralela a la que establece la sociedad cambiando su forma de vestir y hablar para adaptarla a la de un grupo de iguales al que busca pertenecer; y en algunos casos extremos, hasta conductas antisociales llegando a cometer infracciones y delitos con tal de manifestar su descontento y causar admiración entre sus amigos. Todo esto debido a que el adolescente busca ser alguien pero no sabe cómo y hace diversos ensayos que lo pueden llevar a enfrentamientos con el resto de la familia y la sociedad en general.
Durante este periodo la familia también atraviesa por periodos de crisis porque tiene que cambiar la forma en que concibe a sus hijos; debe aumentar su comunicación y atención con la familia, aprendiendo a ser tolerante sin ser permisivo, considerando el periodo de búsqueda por el que atraviesan los adolescentes. En algunos casos la mala comprensión de este periodo de vida aumenta la violencia intrafamiliar y provoca la expulsión de los hijos del seno familiar aumentando el problema, ya que es en este periodo donde más se necesita del apoyo y la comprensión familiar.
Es difícil comprender a un adolescente, sobre todo porque ni él mismo se comprende, pero es en este periodo donde se encuentra la identidad y el papel de los padres es determinante para su futuro.
El adolescente no es un niño pero tampoco es un adulto; a veces desea sentirse maduro pero gozando de los beneficios y protección de la infancia; suele comportarse desafiante y parece que está peleando con todo y contra todos; se muestra inconforme con la familia, la sociedad, la cultura, la religión, etc. Se siente mejor comprendido por personas de su misma edad, igual de desorientadas que él, que por sus propios padres y es entonces donde suele ser vulnerable ante los vicios y el delito.
El adolescente busca pertenecer a un grupo y para lograrlo suele seguir los rituales de iniciación al grupo al que quiere pertenecer, de este modo suele probar el alcohol, el tabaco, las drogas o llevar a cabo conductas antisociales con le fin de ser aceptado.
Los padres debemos ser capaces de detectar este tipo de conducta en nuestros hijos y prevenirlas antes de que evolucionen desfavorablemente, evitando la violencia doméstica y elevando la autoestima del adolescente, haciéndolo sentir querido y respetado. El encontrará el sentido de su vida, nosotros sólo podemos ayudarlo a forjar sus metas, a lograr un proyecto de vida e incentivarlo a permanecer en el sistema educativo formal.
La deserción escolar suele ser un agravante en el problema, ya que si el adolescente no logra un proyecto de vida, en el cual se incluyan metas académicas, suele perder el interés por la escuela y entonces volverse más vulnerable ante los riesgos de conductas antisociales.
Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos y miedos que muchas veces se agravan con el divorcio de los padres, la integración a una nueva familia con padrastros y hermanastros, la expulsión del seno familiar, la deserción escolar o la no aceptación por parte de sus compañeros. La falta de comprensión y ayuda en estos periodos de búsqueda de identidad pueden desencadenar crisis permanentes en el individuo que lo pueden llevar al suicidio o al desarrollo de una personalidad antisocial.
Por desgracia es muy común el suicidio entre los adolescentes, sobretodo por el acumulamiento de sentimientos de culpa y la tendencia de los padres y la sociedad por hacerlos ver como los "malos" de la historia, los causantes de todos los problemas o hacerles creer que todo estaba bien hasta que llegaron ellos. Hay que tomar muy en serio al adolescente cuando manifiesta su deseo de matarse o muestra síntomas de abandono poco usual sobre su persona y se muestra deprimido, en esos casos lo mejor es hablar con él y darle muestras de cariño y apoyo.
Por otra parte, se ha comprobado que las personas con personalidad antisocial, las cuales se oponen violentamente a cualquier tipo de mejoramiento y llegan a cometer actos criminales, son personas psicológicamente afectadas y muestran un marcado terror y rencor hacia los demás, llegándolos a concebir como enemigos a los que debe destruir en forma encubierta o manifiesta.
El origen de ésta personalidad está en la violencia intrafamiliar y en una mala compresión de la infancia y adolescencia, agudizada con el mal trato y la humillación.
Es normal no saber que hacer ante una crisis familiar provocada por un adolescente; sin embargo, lo mejor es conocer y comprender más ampliamente esta difícil etapa de la vida y entender que si en alguien debe caber la cordura, debe ser en el adulto, es decir, en usted.
viernes, 2 de abril de 2010
LA CRISIS DE LA ADOLESCENCIA
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